Capítulo 40 - En el latir de tú corazón

Capítulo 40 –  En el latir de tú corazón

BPOV

Algo así como un año y medio

La succión se interrumpió dando paso a una delicada sonrisa, y el brillo relampagueante lleno de confianza y amor, porque no hay nada más delicado y precioso, que la entrega de un ser puro, para que lo ames y le conduzcas en la vida.

-Es una imagen hermosa – levante la cabeza en dirección a la puerta – es digna de retratar – sonreí mordiéndome el labio, un poco avergonzada, pero al final baje la vista cuando Carlie soltó mi pecho para girar la cabeza en dirección de la voz.

-¿Cuándo llegaste? – me cubrí el pecho y acomode a mi pequeña para sacarle el aire.

-Recién – entro en el cuarto y extendió los brazos en dirección a la niña – me permites los honores – le brinde una sonrisa y le pase a mi hija para que él le sacara el aire – ¡vaya que grande estas Carlie Lorelai! ¿Qué te da de comer tú madre?

-Leche, papillas  y mucho amor – me puse de pie y bese su mejilla - ¿Cómo esta Alice?

-Embarazada nuevamente – lo mire directo a sus azules ojos y estos se llenaron de lágrimas.

-¡Felicitaciones! – lo abrace junto a mi hija - ¿Cuánto tiene?

-Casi tres meses – beso mi cabeza – quería venir, pero no se ha sentido bien, ha sido distinto al embarazo de Nick.

-Eso quiere decir que desde la última vez que estuvieron acá, que la embarazaste – Jasper asintió justo cuando mi preciosa bebé soltó un flato de aquellos y ambos reímos.

-Así es, así que ella piensa ponerle un nombre español… - suspiro poco convencido.

-Es que eso sería estupendo, una historia detrás del nombre… - me burle.

-Te extrañamos Bella – apretó su agarre, donde termine de apoyarme en parte de su pecho, Carlie me toco la mejilla – no sabes cuánto…

-Si lo sé… te lo aseguro

El sol resplandeciente de Barcelona... fue el que me dio la bienvenida a España, y el astro disperso las nubes grises de lo que dejaba atrás, con ese maravilloso fulgor inundo mi corazón con nuevas esperanzas, ya no podía seguir llorando, no podía seguir lamentándome, tengo vida creciendo en mí, vida que se convirtió en mi motor y mi sustento, creada con amor, porque ame y amare a su padre con todo mi ser por toda mi vida,  independiente de las circunstancias, el sol brilla nuevamente para mí.

Salí del aeropuerto El Prat, arrastrando mi maleta y el bolso en busca del transfer.

-Bueno será el momento de practicar mi español – mire a ambos costados del parking, cuando un guardia de mediana edad.

-Señorita busca usted el servicio de Transfer.

-Exactamente – le respondí sonriendo – Busco a los Catalonia Transfer – el guardia sonrió amistosamente.

-Los servicios están ubicados al costado de informaciones, tomando mano derecha y vera cual es la marca que usted ha elegido.

-Muchas gracias – suspire al parecer no me iría tan mal con el español.

Estaba fascinada por el paisaje, desde el aeropuerto hasta el barrio Gràcia donde vive Rebecca, llevo alrededor de una hora, pero la belleza de Barcelona es inigualable, la arquitectura, las tendencias modernas mezclándose con lo antiguo y gótico. Un lugar maravilloso, definitivamente para vivir.

El transfer se detuvo frente a un edificio de tres pisos, de piedra gris y detalles ornamentales preciosos, justo en la entrada había una reja forjada con detalles de hojas.

-Esta es la parada Srta – mire al conductor justo cuando el copiloto abrió la puerta de la van.

-Gracias – el hombre me tendió la mano para bajar, me entrego mi bolso y maleta.

-Que tenga una muy buena tarde – me mordí el labio maravillándome por el acento y solo asentí agradecida.

Subí los tres escalones y toque el timbre.

-Buenas tardes

-Buenas tardes, vengo al departamento 202

-Su nombre – me pregunto el guardia

-Isabella Swan – en este momento me sentí nerviosa, realmente nerviosa por todo, ¿Estaré haciendo lo correcto?

-Pase por favor, tomando el ascensor la puerta a la izquierda.

Cuando entre, vi la recepción del edificio, toda la combinación de colores y texturas me maravillaron, todo es demasiado encantador. Tomé el elevador al segundo piso y seguí las indicaciones del guardia, pero realmente no era necesario, en cada piso había solo dos puertas y la 202 estaba abierta dejando ver a una mujer mayor con una gran sonrisa dándome la bienvenida.

Rebecca es una mujer maravillosa, delicada y grácil, con ese porte y elegancia de las mujeres de alcurnia, se había mudado de Estados Unidos cuando su hijo Phil tenía 13 años porque su difunto esposo fue comisionado para trabajar en la embajada, fue cónsul por más de 35 años y ella quedo maravillada del país, por lo que cuando enviudo no quiso alejarse de estas tierras.

-Fue Phill el que se fue a estudiar en la universidad de Washington, ahí se metió en deportes y jugo beisbol varios años, hasta que un día decidió venirse a vivir a Europa de nuevo – hizo una mueca al tomar su taza de té – al tiempo supimos que era porque se había enamorado y se trajo a la mujer con él.

-Emily me conto que vive en Francia, ¿lo ve con frecuencia? – apoye la taza de porcelana en la mesa lateral.

-No mucho, él viaja de vez en cuando a verme pero lo hace sólo… la verdad es que no me llevo muy bien con mi nuera, ella es un tanto egoísta y no entiende que los viejos necesitamos ciertas cosas, como la importancia de la descendencia y la de dejar huella en este mundo, pero en fin ya nada puedo hacer más que saber que mi hijo es feliz.

-¿Ella es egoísta? – le pregunte sin aguantarme, pero es que ella esta tan ávida de contarme su vida… -¿a qué se refiere?

-No quiso darme nietos, entiendo que sea mayor que él, pero nunca he entendido a las mujeres que no quieren ser madres, es nuestro mayor propósito. Por eso me alegro que tú estés luchando por tú hijo, porque entiende una cosa corazón, pueden pasar varios hombres en tú vida, pero tú hijo nunca pasará, es carne de tú carne – asentí sobándome mi pancita, protegiendo a mi bebé que crece día a día.

-Lo sé y gracias por recibirme acá con usted – la abrace suavemente, ella provocaba en mi sentimientos tan profundos, como Sue… esta mujer es una madre, no importa como sea pero aquellos que ella alcanza en su mano, los hace sus hijos.

-Estas semanas juntas han sido muy buenas Bella, no quiero que te vayas, ya estoy vieja para estar sola otra vez – acaricio mi pelo.

-Pero tengo que traer a Sue, no puedo dejarla allá, ella es como mi madre, que digo es mi madre y no puedo permitir que se pierda esto.

-Tráela, este departamento es muy grande y nos llevaremos bien te lo aseguro. Bríndale la satisfacción a esta vieja de ver mimar a tú hijo como un nieto.

Así pasaron las semanas, pronto llegaría Sue, así que me dedicaba el día a acomodar las cosas preparando su cuarto, y preparando recetas que se le ocurrían a Rebecca, mirando álbum tras álbum de fotografías, de verdad estaba muy a gusto junto a ella.

Pero a pesar de todos los momentos del día, siempre en la noche añoraba, necesitaba el calor y las caricias… un océano de distancia no puede hacerte olvidar lo que sientes, no puede desterrar los sentimientos, porque como late mi corazón y crece mi hijo, extrañaba a Edward y a Noah tanto o más que los miles de kilómetros  que nos separaban.

-¿Desde cuándo mi niña es una cobarde? – Agache la cabeza por la reprimenda de Sue - ¿Cómo se te ocurre arrancar de esta manera Isabella? Y ahora me vienes a decir que es porque estas embarazada… - alcé la vista, tratando de contener las lágrimas – sabes el susto que me he pasado, imaginándome miles de escenas desde que desapareciste. Apenas me llamaste para advertirme que no digiera nada de tú paradero, Edward Cullen me llamo cada bendito día suplicando noticias tuyas… ¿Qué pasó hija? – Cuando su voz comenzó a ser un susurro me acerque a ella - ¿El cree que no es su hijo? ¿Rechazo a tú bebé?

-No es eso nana, Edward no sabe que estoy embarazada – cerré los ojos esperando su arrebato nuevamente, pero solo suspiro y tomo mis manos apretando levemente.

-¿me lo cuentas hija?  - levemente acaricie su mano entre las mías y delinee las líneas de sus venas – Te lo contare todo… pero quiero que sepas que te necesito junto a mí, tú eres mi madre del corazón y esto no puedo vivirlo sola nana, quizás no fue una buena decisión pero acá estoy haciéndole frente a lo que elegí, porque conozco mis debilidades. – ella alzo la mano y enjuago una lágrima que se deslizaba por mi mejilla, suspire y comencé con todo lo que había ocurrido.

Cuando Carlie se durmió, la dejamos en la cuna de mi habitación.

-Me gusta este nuevo look – comento Jasper tomando un mechón de mi cabello antes castaño ahora rubio.

-A mí también, pero las abuelas casi me matan cuando llegue de la peluquería.

-Me imagino, estas dos mujeres son de armas tomar. Pero me alegra que estén acá para protegerte.

-No sé qué hubiera sido de mí sin ellas – Jasper me abrazo nuevamente - ¿Has comido algo? Debes estar tan cansado.

-No tanto, llevo unos dos días en Londres donde mi madre y de allá me vine para acá, así que Jetlag nada, aunque hambre eso sí.

Después de la cena, acomode el cuarto de invitados para Jasper. Estaba tan contenta de tenerlo acá. Mientras extendía las sabanas, y escuchaba la risa amortiguada de Rebecca, sentí tanta gratitud por el cariño incondicional que me rodeaba.

-¿Necesitas que te ayude? – mi mejor amigo asomo la cabeza y asentí abriendo la sobre sabana, él sabía que moría de ganas de saber, de que a pesar que hablábamos por Skype casi todas las semanas, no era lo mismo.

-¿Están todos bien? – me mordí el labio, dudosa como siempre, sintiéndome que no merecía tanta deferencia, cuando yo me había alejado y por el hecho que Jasper sabía que detrás de la pregunta mi interés tenía dos nombres.

-Te traje algo – termine de acomodar la almohada y me senté en la orilla de la cama, mirando como Jasper sacaba su laptop y se acomodaba en la cabecera – ven acércate a mí – me acomode a su lado apoyando la cabeza en su hombro mientras se cargaba su computadora.

-Los extraño mucho a todos – susurre sin dejar de mirar la pantalla – cada día.

-Siempre puedes volver – exclamó Jasper-  si no quieres estar con él, no lo hagas.

-No puedo… yo… aun lo amo – Jasper dejo de buscar en el computador y levanto mi barbilla para que lo mirara a los ojos.

-Lo sé pequeña – sus pupilas destellaban buscando en mis ojos – sé que lo amas tanto como el primer día… aunque él nunca se lo ha merecido – no pasó desapercibido el tono recriminatorio de Jasper.

-¿Qué me mostraras? – acaricie su mejilla, para que relajara el ceño

-Fotos, he recopilado estas fotos para dejártelas, sé que quieres ver a Noah – mi corazón se apretó cuando la primera imagen aprecio en la laptop, mi niño hermoso estaba tan grande, la sonrisa llenaba su rostro pase la mano por su pómulo, sintiendo la textura de la pantalla, y una solitaria lagrima se deslizo por mi mejilla.

-Ya no se acordara de mí… - mi mentón tembló y Jasper hizo el ademan de bajar la pantalla - ¡No! Quiero ver… quiero verlos a todos… - llore y sonreí mirando las fotos, los momentos de la que alguna vez fue mi familia. Carlisle tenía las sienes pobladas de canas y Esme se veía más ojerosa, pero igual de hermosa. Rosalie siempre bella, se había cortado el pelo a la altura de sus hombros… Emma toda una señorita con una estirada coleta mirando a sus primos jugar, Emmett enorme, con sus hoyuelos marcados cuando reía. Nick grande muy grande daba la sensación que se parecería más a Emmett que a Jasper, salvo por el pelo y el color de ojos… y él… el primer plano de su rostro, sus ojos tristes mirando hacia el ventanal, tan hermoso, tan lejano como siempre ha sido…

-¿Has pensado alguna vez en decirle de Carlie? – no deje de mirar la pantalla, añorando tenerlo cerca… porque el tiempo apaciguo las aguas turbulentas y me di cuenta de mis errores, pero ya estaba hecho, y a pesar del tiempo aun no tengo respuesta…

-No soporto el calor – me abanique desesperada por algo de frescura – esta ola de calor es horrible.

-Te dije que no saliéramos a comprar hoy – Sue me tomo de la mano, levantándome de la banca a la sombra que me había sentado – podríamos haber ido al centro comercial, disfrutar del aire acondicionado, pero tú chiquilla testaruda querías la tienda de antigüedades para comprar la cuna de ensueño de principios del siglo pasado.

-Nana… - suspire al levantarme

-¡Cuarenta grados y ella embarazada de 38 semanas! – Siguió protestando mientras le hacía señas a un taxi para que parara - ¡igual de cabezota que su papá!

-Nana… ya basta, terminamos de comprar lo que faltaba ahora nos vamos a casa, no rezongues más.

-¿Que no rezongué? – me miro enfadada abriendo la puerta del taxi para que entrara, el taxista nos hecho un vistazo por el espejo retrovisor, esperando que le indicáramos la dirección - ¿no le vas a dar la indicación o pretendes deshidratarte acá dentro ahora? – solo sonreí y le di la dirección al taxista para llegar luego a casa, porque pareciera que la embarazada era mi nana.

Después de darme una larga ducha, busque mi camiseta con pabilos de algodón que apenas me cubría la panza grande y redonda, pero que me encantaba.

Abrí las cortinas y las ventanas de par en par, dejando que algo del aire fresco se colara en mi habitación, me apoye en el barandal, mirando la noche, el movimiento de mi pequeña me hizo sonreír, acaricie en círculos el lugar donde se creaba una pequeña protuberancia.

-En cualquier momento nos veremos a los ojos mi vida – le susurre sin dejar de acariciarla – sólo tú decides cuando será.

Me acomode en la cama, cubriendo solo con la suave sábana cubriendo mi cuerpo, mientras intentaba leer a García Lorca, pero mi mente ya estaba cansada de bloquear los sentimientos, los miedos y las culpas. Porque tenía miedo, no del dolor sino de que estaba privando de tanto a mi hija y por defecto a su padre… ¿me perdonara algún día Edward por esto?

“Respire profundamente captando el aroma varonil, el suave toque sobre mi vientre redondo, la caricia delicada y el susurro…

-Te amo, amo como das vida a mi hijo, adoro tu vientre abultado y sobre todo el brillo hermoso de tú piel.

Mis manos cubrieron las suyas sobre mí vientre, su cabello cosquilleaba mi mejilla, no podía verlo por lo que solo me recargue en su pecho.

-También te amo…”

Abrí los ojos de golpe, irguiéndome botando el libro que tenía en mi regazo, las lágrimas no tardaron en llegar.

-Oh Dios como te extraño Edward…

Tome la almohada a mi lado y la mordí escondiendo los sollozos como cada vez que soñaba con él o con Noah. Cuando sentí que me ahogaba, me levante para ir al baño y sentí el primer calambre bajo mi vientre, me apoye en el marco de la puerta, tratando de controlar mi respiración, cuando paso me moje la cara. Sabía por las clases de parto, que este sería el inicio, aún quedaba mucho por delante.

Volví a la cama, mire el reloj, recién las una y media…

Controlar el tiempo…

Cuando la siguiente contracción llego, la rigidez de mi panza me asusto, pero apreté las sabanas, ¿Cuánto tiempo? ¿Diez minutos?

Me pase parte de la noche aguantando las contracciones cada diez minutos, cuando la frecuencia se hizo más intensa mi camiseta estaba empapada y el sudor poblaba mi frente, mis nudillos estaban blancos…

-¡Nana! – Grité apenas recupere el aire – no pasaron ni dos minutos cuando mi nana apareció en la puerta, con su bata puesta.

-¡Hija! – Se acercó justo cuando apreté mi boca para aplacar un alarido - ¡contracciones! ¿Cada cuánto? – espero a que recuperara el aire, limpiando mi frente.

-cinco… - susurre dejando caer la cabeza en la almohada – me duele… mucho- respire profundo, Rebecca entró en mi habitación y por un momento todo se hizo borroso… no estaba sola, él no estaba pero no estaba sola.

Ocho horas después estaba de parto, pujando para ver a mi hija por primera vez, para estrecharla en mis brazos y darle todo mi amor…

-¡Puja la última vez!- grito la matrona – aguante la respiración, forzando todo mi cuerpo casi exhausto – ¡Ya sale! ¡Con más fuerza!

-¡Ahhhhhhhh! – grité con los dientes apretados, tomando las abrazaderas sintiendo como la presión se disolvió, y me eche para atrás de la camilla, estirando los brazos entre las piernas, en el momento que me pusieron a mi hija sobre mi pecho.

-¡Es una niña preciosa! – busque con la mirada a las abuelas, que se acercaron lentamente… mire a mi pequeña que no lloraba, solo me miraba.

Mi corazón, su corazón… el latir de tú corazón.

-Te amo… - acaricie la carita de mi pequeña, mis ojos se llenaron de lágrimas – te amo mi ángel, eres todo…

-Es hermosa hija – Sue acaricio mi mejilla, secando las lágrimas que se derramaban por ellas. Cuando la enfermara la tomo para limpiarla, Rebecca me abrazo.

-Gracias Bella… Gracias por dejarme ser parte de esto. Cerré los ojos y vi ese mar esmeralda tras mis parpados…

Edward, nuestra hija es preciosa… ¿Podrás perdonarme?

-No lo sé… - mire a Jasper aun sumergida en los recuerdos – sé que llegara el día, pero no sé si el me perdonara.

-Edward ha cambiado Bella – me apoye en su pecho – esto que ha pasado lo ha ayudado a cambiar.

-¿Pero tú sigues enojado con él? – Jasper bufó

-No estoy enojado con él, sólo que ya no somos socios… Simplemente porque ya no era sostenible seguir trabajando juntos cuando no había confianza. Edward cometió muchos errores y de ellos ha tenido que pagar, no solamente tú le has dado una lección, todos de alguna u otra manera le hemos hecho saber lo imbécil que ha sido.

-Sabes que no me fui por darle una lección, me fui por miedo – me incorpore en la cama, porque por primera vez externalizaría lo que todo este tiempo he vivido – por miedo a que me manipulara con mi hija, y sobre todo por miedo a no ser lo suficientemente fuerte para aguantar estar lejos de él, no quiero justificarme pero en ese momento el vaso estaba medio vacío, y yo llena de hormonas… tenía que salir, poner distancia.

-Nos estábamos volviendo locos cuando desapareciste… - lo mire expectante – Alice lloraba angustiada, no sabía que es lo que te había hecho desaparecer y tu carta tan criptica no debelaba nada… Esme estaba devastada, Edward – sonrío a penas – nunca lo había visto tan enajenado, tan lleno de pesar, mortificado y a la vez tan pelotudo – baje la mirada a mis manos – si no es por Victoria la esposa de Dimitri, no sabríamos nada de ti.

-Jazz…

-Dime

-¿Crees que Esme me perdonara por alejarla de su nieta? – Jasper tomo mi mano.

-Sinceramente no lo sé.

…

“…los tres gatitos se escondieron debajo del mueble…

-¿Cómo sacamos a los gatitos? – pregunto Annie a su mamá preocupada porque quizás nunca más los podría ver.

-¿Te acuerdas de las lanas de la abuela? – la pequeña asintió – bueno los gatitos no se resisten a las lanas, así podremos sacarlos ¡jugando!

Annie se agacho para mirar los brillantes ojitos de los pequeños arrinconados, justo cuando una pequeña pelotita de lana chocaba con su mano….”

Deje de leer cuando la mano de Carlie, toco el dibujo de  los tres gatitos asustados, gorjeando sobre mis piernas, bese su suave cabello cobrizo.

-Es hora de dormir cariño – la tome y comencé a mecer para dormirla, como todas las noches, mi dulce hija.

Ya dormida la deje en su cuna, la que tanto tiempo me costó encontrar y por la que discutimos varias veces con nana. Mire a mi hija dormir plácidamente por varios minutos.

El agua tibia acaricio mi piel, cerré los ojos imaginando grandes manos tocar las puntas de mis pechos, recorrer las curvas de mi cadera, delinear mi cuello, mordisquear… nada de eso había y habrá para mí, mi barbilla tembló sintiéndome jodidamente sola, cuando me deslice sentándome en la tina bajo la lluvia tibia que amortiguaba mis sollozos… siempre era así, lloraba porque me había equivocado, había tomado la decisión equivocada y ya no había vuelta atrás.

Él no me perdonaría, ni su madre, ni su padre…

¿Me perdonaría mi hija cuando me preguntara por su padre?

Ni siquiera Alice y Jasper, me perdonan del todo, quizás entienden parte de lo que gatillo alejarme  y poner un océano de por medio, y tal como dijo Jasper, de no ser por Victoria y Dimitri, ellos jamás hubieran sabido de Carlie y donde estaba, y es justamente eso lo que Alice nunca me va a perdonar.

Ya cumpliendo las 36 semanas, los controles médicos eran semanales, así que la rutina era predecible, así que o era nana o Rebecca que me acompañaban a los controles. Cuando era Sue, me traía de vuelta pronto a casa, porque no soportaba el calor, viviendo toda la vida en Seattle podía entenderla, jamás había tenido que lidiar con sequias y calores excesivos. Al contrario sucedía con Rebecca, pocas veces salía de su departamento, y era entusiasta por pasear argumentando que caminar era lo mejor para el parto y facilitaba la colocación del bebé, a pesar de ser mayor que Sue, bordeando los setenta años, es envidiable su energía.

-Podríamos pasar por la panadería de la calle Travesia, sé que te encantan esos panecillos dulces – me dijo con ese sonsonete español tan amoroso.

-Me parece estupendo – Salimos tomadas del brazo de la consulta y caminamos lentamente por las calles preciosas del distrito, no estábamos muy lejos del Parque Güell, y su cercanía lo hacía mucho más entretenido ya que la nos topábamos con un gentío más diverso, aglomeraciones cosmopolitas en su mayoría turistas.

Saliendo de la pastelería choque de frente con una mujer de pelo rojizo brillante.

-Perdón – me disculpe y seguí a Rebecca que había avanzado

-discúlpeme – exclamó la mujer en inglés y su voz me resulto familiar por lo que la mire, y ella alzo las grandes gafas sobre su brillante y encendido cabello.

-¿Isabella? – me miro de pies a cabeza deteniéndose más tiempo en mi abultada panza - ¡Amor mira es Isabella! – asustada mire a mi alrededor, no… Dimitri no…

-Victoria por favor, no… - Dimitri alcanzo a Victoria y se fijó en mí en silencio, aun así mi corazón martillo fuerte, atrapada como una criminal, mis ojos se llenaron de lágrimas y con mis manos protegí mi vientre.

-Tranquila Isabella – dijo Dimitri, tomándome del brazo y conduciéndome a las mesas dispuestas fuera de la pastelería, Rebecca se acercó asustada y tomo mi otro brazo pensando en que tenía alguna contracción.

-Hija ¿Estas bien? ¿Es una contracción? – pregunto cuando me senté, pero no tuve fuerzas para contestarle, solo cubría mi vientre, llorando.

-Isabella, tranquila, no pasa nada… - la voz profunda de Dimitri capturo mi atención.

-¿Conoces a Isabella? – Pregunto Rebecca en un fluido inglés, alternando la mirada entre él y yo.

-Sí señora, nos conocemos de Nueva York

-¡Oh! – dijo solamente Rebecca por una fracción de segundo - ¡Entonces suéltala o llamo a la policía!

-Abu… no – suplique en su dirección, controlando un poco mis emociones – no es él… -susurre antes de mirar a Dimitri suplicante – Dimitri, por favor no se lo digas, ninguno de los dos por favor.

-Isabella… - me miro por varios minutos – ¿El niño es de Edward? – sopese un momento mentir, pero los ojos inteligentes de Dimitri evitaron que socavara un nuevo engaño, así que solamente asentí, cuando sentí al mismo tiempo un leve apretón en cada hombro pero de diferentes manos femeninas - ¿Él lo sabe?

-No… y no quiero que lo sepa hasta que sea yo la que lo haga – lo mire con resolución, ignorando el jadeo de Victoria – por favor no se lo digan, pase mi mirada desde Dimitri hasta ella.

-Edward ha estado buscándote ¿lo sabias? – jadee mortificada

-No, no sé nada de ellos – tome sus manos apretándolas - ¡Por favor no le digas nada! ¡No le digas que estoy acá! -Dimitri me miro por varios minutos y comenzó a negar por lo que me angustie nuevamente.

-No te preocupes Bella, si no quieres que lo sepa, no lo sabrá por nuestras bocas – exclamó Victoria poniéndose al lado de Dimitri – porque debes tener tus razones para alejar a ese HDP de tú vida, y yo – se apuntó a si misma – he visto esa desesperación en muchas mujeres antes, cuando sus hombres le han hecho daño, no te preocupes dulzura yo me asegurare que mi hombre mantenga la boca cerrada. ¿Estamos? – pestañee al ver su determinación y la forma en que tomo la mano de Dimitri que sonreía en su dirección.

-Gracias – dijo Rebecca por mí, tomando mi mano – ella debe decidir cuándo y cómo – Yo espere la respuesta de Dimitri, porque Edward finalmente es su amigo.

-¿Dimitri? – volvió a mirarme y asintió.

-Es tú decisión…

-Ahora pregúntanos Bella ¿Qué mierda estamos haciendo en Barcelona? – exclamó Victoria mostrándome su mano izquierda y su sortija de matrimonio.

Salí de la ducha, envolviéndome con una suave toalla, tome el secador de pelo y comencé con la rutina de alisar y secar.

Mis ojos estaban enrojecidos y a pesar que había un evidente cambio en mí, no podía dejar de ser esa asustadiza mujer, la que acepto sin miramientos un matrimonio, la que tratando de decidir por su vida, se tropezó llevando tanta gente en esa caída. El brillo de mi cabello rubio me encantaba, era una de las cosas que disfrute haciendo, era parte de una catarsis necesaria para comenzar, rubia con reflejos y el cabello liso… ¿Quién reconocería a esta Isabella Swan?

…

-Gracias – tome el sobre con las fotografías digitales impresas y las guarde en el bolso que colgaba del coche de Carlie.

-Qué tenga un buen día – me dijo él coqueto tipo encargado del local, yo solamente sonreí pero Jasper fue el que se acercó ceñudo a mi lado, cosa que no pasó desapercibida por el hombre.

-¿Cómo puede coquetear con una mujer con su bebé? – lo mire tratando de esconder la carcajada - ¿Qué? – me preguntó y no aguante más.

-Jasper… - continué riéndome y el tomo el coche para salir de la galería molesto - ¡hey! No te vayas, no puedes hacer eso – termine de reírme pero aun encontraba cómico sus arranques de celos.

-No sé qué le encuentras de gracioso Bella, eres una mamá – Se paró frente a una vitrina donde habían objetos artesanales de madera.

-Párala, no puedes decirlo en serio… - lo mire  ya sin rastros de humor – Soy madre, pero también soy mujer y el hecho de que en este momento no me interese tener una relación no significa que en un futuro no la tenga, no puedes tener ese pensamiento.

-Isabella… sé que eres una mujer, pero…

-¿pero qué? Lo tengo prohibido, ningún hombre me puede piropear o algo por el estilo…

-No es eso, claro que pueden, pero yo no quiero que te hagan daño de nuevo – lo mire directo a los ojos y vi la sinceridad en ellos, no había machismo sino preocupación.

-¿Crees que no tengo miedo de eso? – baje la vista a Carlie que mordisqueaba la oreja de su conejo de goma – No te niego que a veces pienso que nunca volveré a sentirme mujer, deseada o que estaré lo suficientemente sana del corazón – Jasper tomo mi mano y la acarició – pero que me quedara ¿vivir en una burbuja?

-Lo vas a lograr Bella, sólo que me enferma estar tan lejos – empujo levemente el coche para continuar caminando – estando en mi propio techo, no supe cuidarte y protegerte como era debido, ¿Cómo lo hare si vives en otro continente? – camine a su lado enternecida con sus palabras.

-Jasper, no es tú deber, ni tú obligación cuidarme, no te sientas culpable, lo que paso tenía que ser así, la vida otorga su balanza y hay momentos en que estas arriba y otros abajo, no podemos vivir tratando de controlar lo incontrolable… Edward cometió un error, y con ello arrastro a muchos, lo mismo que yo, Jasper, arranque pensando que era lo mejor, por proteger a mi hija según yo… pero al final era simplemente porque soy muy débil y terminaría doblegándome a él. Y hasta que no mejore eso en mí y lo supere, no seré capaz de tener ninguna relación saludable.

-Eres admirable, tú tienes tan claro todo esto, tus errores, la posición en la que te encuentras y lo que tienes que hacer para sanar – sonrió a penas – en cambio Edward, creo que después de muchos golpes y lo digo literalmente recién está asumiendo las cagadas que ha hecho.

-¿Golpes? – le pregunte como que no quiere la cosa, mientras tocaba la tela de una bufanda artesanal que colgaba afuera de una tienda árabe.

-Recibió varios – dijo Jasper rascándose la nariz por el dulzor que salía de la tienda -  pero lo más tormentoso fue cuando Jacob le corto la cara.

-¡Que! – me quede congelada en el lugar mientras la gente pasaba a mi lado.

-Edward fue a buscarte a Seattle, cuando Sue no respondió más y por lo que conto y el parte policial, Jacob fue a la habitación del hotel y con el gollete de la misma botella que él estaba tomando lo corto – Jasper deslizo el dedo índice desde a sien hasta la mandíbula del lado izquierdo de su cara, yo sofoque un grito tapándome la boca – Jasper tomo mi mano conduciéndome a mí y el coche hasta una banca – lo siento Bella, debí quedarme callado – dijo Jasper al no tener respuesta de mi parte, pero es que estaba en blanco totalmente.

Debió pasar un buen rato en que no reaccionaba, porque cuando finalmente mire a Jasper, tenía a Carlie en brazos y no en el coche y me miraba preocupado.

-¿Fue muy grave? – apenas susurre pero Jasper me escucho porque soltó un suspiro de alivio – él… quedo bien – Jasper asintió justo cuando mi celular comenzó a sonar.

-Contesta… - dijo, mientras miraba el Id de Rebecca en la pantalla.

-Aló Abu…

-Hija – dijo jovialmente Rebecca - ¿A que no sabes quien ha llegado de visita?

-Nop – respondí escueta aun con retorcijones por lo que Jasper me había contado

-Pues mi niño amado y su esposa – dijo la última frase de manera más seca - ¿Cuánto les falta? – mire  a Jasper que jugaba con Carlie, haciéndola reír a carcajadas.

-Ya vamos para allá, ¿Necesitas algo?

-No, tengo todo justo Sue andaba de compras en el supermercado así que la llame ella traerá lo que necesito.

-Perfecto Abueestemos pronto en casa.

-Los espero para el tentempié.

 

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Bueno, no pude resistirme en incorporar camuflada a mi bebita hermosa... caprichos de mamá...

En cuento al capítulo, no puedo más que admirar a Bella, porque a diferencia de Edward enfrenta la vida, y no teme en reconocer que se equivoca...

Mis adoradas y adorados... miles de besos y muchas bendiciones para el año 2012 porque les aseguro que sera el mejor años de sus vidas...

los quiero con todo mi corazón.

FELIZ AÑO NUEVO