Capítulo 46 – Epilogo
La luz del amanecer se filtró entre las
cortinas, era una luz clara de inicio de del verano, ese rayo juguetón que se
coló deslizándose hasta caer caprichoso en el rostro de Edward, este se remueve
hundiendo la cabeza en el pelo de su amada mujer. Entre dormido y despierto
sonríe, desliza su brazo debajo del plumón blanco y alcanza el vientre redondo,
aún con los ojos cerrados disfruta del calor que emana su piel y sobretodo de
esa especie de energía que es la vida tomando forma.
De pronto un golpe, justo en el centro de su
mano, abre los ojos porque es algo que él nunca ha vivido, se queda inmóvil,
esperando que vuelva a ocurrir, pasan los minutos y esa sensación se va
desvaneciendo, vuelve a mover en círculos su mano en la redondez del vientre, y ocurre nuevamente, pero esta vez Bella se
despierta y se gira con rapidez poniendo la mano sobre la de él.
-¿Lo sentiste? – le pregunta con los ojos
somnolientos, Edward asiente enternecido, baja el plumón cálido dejando al
descubierto en vientre de Bella, se agacha y le besa panza.
-Hola bebé – susurra sobre la piel y sigue
acariciando buscando nuevamente la manifestación de vida - ¡has conseguido que
mami se despierte! – Bella se ríe vibrando, el trino de su risa hace sonreír a
Edward – te amo tanto cariño – se empina para alcanzar su boca y la besa. -¡Al
fin dejo que lo sintiera! – levanto las manos con ademanes teatrales, pero
vuelve a bajar la mirada pensando en todos esos meses esperando que su hijo
reaccionara a su voz y sus caricias… y él se hacia de rogar – ¿Qué eres?...
-Un alien… - responde Bella con voz de bebé y
se larga a reír, Edward no le hace caso y apoya levemente la cabeza en la
panza, sigue acariciando.
-¿Una nueva princesa para papá o un nuevo
vaquero para mamá? – las tripas de Bella suenan bajo su oído y el cierra los
ojos divertido. ¿Existe otra manera más maravillosa de comenzar el día? Se
pregunta. -¿Desayuno amor?
-Jugo de naranja recién exprimido… - Bella lo
ve levantarse, su pantalón de pijama esta justo sobre la curva de sus nalgas
respingonas, se muerde el labio recordando las veces que ha clavado las uñas en
ese trasero tan musculoso. Lo ve ponerse una camiseta y todo el movimiento
revela lo fibroso de sus músculos.
-¿Te gusta lo que ves? – Edward la mira desde
el reflejo del espejo sonriendo con picardía.
-Me fascina… - responde ella, sentándose en la
cama, acomodando la camiseta de él bajo su vientre – eres mi perdición.
Edward sonríe y sale de la habitación
estirándose a propósito, sabiendo lo que las hormonas provocaban en su mujer.
Isabella, acomoda las almohadas, toma el
elástico del velador y comienza a tejer una trenza en su cabello, nuevamente
caoba, se siente plena… ya no tiene miedos y dudas, Edward es todo lo que
siempre deseo y mucho más, sus hijos están creciendo bien, la salud de Noah es
buena y aunque constantemente tiene que hacerse análisis las noticias siempre
son favorables. La princesa de la casa es otra cosa, conversadora por todos,
alegre y traviesa, siempre buscando que hacer, donde dibujar y todo el día
disfrazada de su princesa favorita, “La Bella Durmiente” ¿Por qué? Simplemente porque es Bellita como su mami…
La puerta se abrió y entro Edward con una
bandeja llena de los posibles antojos que al bebé se le pudieran ocurrir.
Apenas Edward deposito la bandeja ella se
apodero del jugo de naranja, saboreo la acidez y el fresco dulzor en el fondo
de su garganta, sintiendo esa saciedad características de los antojos.
Él la miraba fascinado por la expresión de
placer que le provocaba un simple jugo de naranja, sonriendo le extendió una
tostada con mermelada de frambuesa.
-Tú si sabes lo que me gusta – le beso los
labios y tomo la tostada llevándosela a la boca, haciendo ruidos de
satisfacción. Edward tomo el otro vaso de naranja y se lo tomo al seco, nunca
le han gustado mucho las cosas ácidas, pero es vitamina pura.
-¿Los niños aun
no despiertan? – pregunto Bella mirando hacia la puerta soñadora.
-Es el primer día
de vacaciones mi amor – toma el bol con cereales y comienza a comer - ¿a que
hora es la ecografía?
-A las tres –
Bella deja una orilla de su tostada en la bandeja y sigue tomando de su jugo -
¿Quieres saber que es a estas alturas?
-No lo sé...
quizás quiera la sorpresa – contesta recargando su cabeza en las almohadas -
¿Crees que es el tiempo de pensar en nombres? – la ve asentir mientras se chupa
un dedo con rastros de mermelada.
-Si es niña…
pensaba algo así como juntar los nombres de Esme y Renné – Se miraron y ambos
negaron, la conjunción no era bonita – Lo que si se es que si es niño me
gustaría que se llamara Anthony, como tú abuelo.
-Me gusta eso –
respondió Edward, tocando el pelo que se desprende de su trenza improvisada
- si es niña yo he pensado en Elizabeth
– Ella lo miro y sonrió
-Es bello, con
clase y muy Jane Austin – se burlo pero al final se estiro para besarle los
labios – me gusta de verdad amor.
-¿Por qué se besan tanto? – pregunto Noah
intrigado, desde la puerta. Sus padres siempre están así abrazados y besándose…
en el colegio las niñas todo el tiempo quieren besarlo y a él no le gusta.
-Se aman, es como
los prínchipes y las princhesas – le dice Carlie pasando debajo del brazo
extendido de Noah y corre hasta la cama, pero se acuerda del bebé, así que
frena y se sube suavemente. Ella quiere que el bebé sea una niña, así sería Cenicienta
o Blanca Nieves… Mira a su papá y se pone entre sus piernas, mientras su
hermano se acomoda al lado de la mamá.
-Hoy sentí al
bebé – les cuenta Edward sonriendo. Carlie mira a su mamá quien le estira el
brazo. Edward se levanta y toma la bandeja dejándola en la cómoda.
Bella levanta su
camiseta y se acomoda como casi todos los días para que los hermanos disfruten
hablándole al bebé.
-¿Cuándo nacerá
él bebe mami? – Pregunto Carlie besando la panza de su madre.
-En septiembre –
Ella cuenta con sus deditos porque aprendió los meses del año en el jardín.
-junio, julio,
agosto…- piensa por un momento frunciendo el ceño igual que Edward - ¡sedtiembre!
Cuatros meses – Noah la mira divertido desde el otro lado del vientre de Bella.
-Cuatro, Carlie…
no “cuatros” - ella lo mira y poniendo su
pelo ondulado detrás de la oreja y le saca la lengua.
Apoyado en el
dintel de la cama, Edward los escucha interactuar, reírse y disfrutar del
embarazo tanto como él lo hace.
Recuerda el
embarazo de Leah, la verdad es que prácticamente no estuvo ahí… después Carlie,
tampoco pudo disfrutar, pero aleja esos sentimientos tristes, ahora todo era
distinto y maravilloso. Bella levanta la mirada y le susurra un te amo.
…
Un mes más tarde,
Rosalie estaba sentada abanicándose en la consulta, esperando que la atiendan.
Esta nerviosa, esperanzada que Emmett alcance a llegar, esta es la última
sesión de ayuda matrimonial y los avances han sido maravillosos.
Sonríe al
comprender que la vida sin amor, no vale nada. ¿Quién fue que lo dijo? Ahh
claro, Edward… ¿Quién diría que el terminaría siendo casi su mejor amigo? Bueno
seamos sinceros, es su mejor amigo.
-Hola preciosa –
Rosalie levanta la mirada y ve a su hombre, grande y varonil sonreírle,
marcando esos hoyuelos que tanto le gustan.
-Hola amor – se
besan suavemente, porque hasta eso han aprendido, a controlar todos sus
impulsos, porque sabían que se amaban con locura, pero con el tiempo su única
forma de comunicarse había sido el sexo, loco y desenfrenado, pensó Emmett…
bueno sigue siendo desenfrenado, pero donde no provoque traumas a nadie -
¿Termino bien la cirugía? – Se sentó junto a su hermosa mujer y tomo su mano.
-Sí, un tumor en
un perro galgo retirado – contesto entrelazando sus dedos, comparando la
pequeña y delgada mano de Rosalie, contra la mole de él. - ¿Nos dará un
diploma? – pregunto apuntando hacia la puerta de la consulta.
-Sería
entretenido – su mujer extendió la mano
frente a ellos – “Se otorga este diploma por aprender a ser felices” – Ambos se
miran por varios minutos hasta que la doctora los llama, se ponen de pie, pero
Rosalie detiene a Emmett y le entrega una bolsa con un regalo en el interior –
no lo abras hasta que salgamos - dicho
esto se adelanto y entro en la consulta.
Emmett miro hacia
la puerta, sintiéndose levemente culpable, él no pensó en un regalo…
…
Bella estaba
sentada en la reposera mirando a los niños que estaban en la piscina bañándose.
Levanta los lentes de sol, buscando a su mejor amiga. A lo lejos ve a Kate
doblando la esquina con Hugo en brazos ¿Dónde se habrá metido Alice?
Protegida de los
gritos alegres de los niños, estaba Alice con el teléfono pegado a la oreja,
mirando la nada aunque habían escaleras, casi estaba segura.
-¿Gemelos? –
susurro
-Sí hermana, Rose
acaba de darme la noticia, fíjate que nos graduamos de la consejería
matrimonial y ahora vamos a ser padres nuevamente y ¡Dos!
-¿Dos? ¿Gemelos?
– volvió a susurrar consternada, porque a pesar que ella adora a sus hijos…
nunca le había asustado la posibilidad de que el gen le tocara a ella…
-¡Ya aterriza
Alice! – La reprendió Emmett – Avísale a todos porque hoy celebraremos en mi
casa… espera, yo llamo a mamá – dicho eso y corto, Alice pestañeo y bajo el
teléfono.
De pronto de ella
salió un chillido, recién caía en cuenta que su hermano volvía a ser feliz…
¿pero que era eso de la graduación? En fin no tenia importancia… ¡Gemelos! Giro
sobre sus talones y salió rauda a contarle a Bella.
-¡Bella vamos a
ser tías otra vez! – grito saliendo hacia el jardín de la piscina. Bella alzo
la cabeza, al verla aparecer toda eufórica y gritando.
-¿De que hablas
Alice? – su mejor amiga, se llevo la mano al pecho tranquilizándose.
-Emmett y Rose… –
respiro profundo – va a ser padres… - desvió la mirada hacia la piscina donde
estaba su diablillo Nicholas, comprobó que todo estaba bien y se volvió a su
amiga - ¡Gemelos!
-¡Que felicidad!
– Bella se toco el vientre, alegre porque siempre ha estado segura que cuando
viene un niño más al mundo es porque Dios aún espera maravillas de los hombres…
Una parrillada,
la primera del verano.
Edward miro a su
esposa mientras él tomaba una cerveza, su vestido de gasa tan ligero y a la vez
llamativo, le quedaba de maravilla. La ve sonreír contagiada por la felicidad
de Emmett, que vuelve a contar la historia de como Rose le da la noticia, que
serán padres y nada menos que de dos bebés.
Su nueva mejor
amiga y cuñada esta resplandeciente, la ve acercarse y en las manos lleva una
ensaladera a la mesa, Alice aparece detrás de ella deja una bandeja con
cubiertos y servilletas para la comida.
Bella estira la mano y comienza a doblar las servilletas, mientras escucha la
conversación.
Entiende a su
hermano, y recuerda su consejo cuando esperaba a Noah, que ser padre al
principio da miedo, pero después es maravilloso…
-¿En que piensas
hijo? – Carlisle se sienta a su lado, con una cerveza en la mano.
-Sólo cosas que
pasamos Emmett y yo – tomo un sorbo de la cerveza, fijándose en Jasper que le
enseñaba a Nicholas y Noah como hacer la carne en la parrilla y no morir en el
intento. Carlisle suspira al mirar a sus nietos – ¡Abuelo chocho otra vez! – Edward
palmea la pierna de su padre al escucharlo suspirar y este sonríe.
-Estoy muy feliz,
es decir lo estamos con tú madre, ella esta eufórica – Carlisle busca a Esme
con la mirada y como si tuviera un radar ella lo mira y le sonríe – hace más de
treinta y cinco años con tú madre soñamos con esto – mira a su alrededor y
Edward lo imito - tener una familia disfrutando los unos con los otros - Se
quedaron en silencio contemplando como interactuaban todos los que conformaban
la familia Cullen.
Edward sopeso las
palabras de su padre, ese sueño que nace del amor de un matrimonio joven, con
expectativas y altruismo, que comienzan a cimentar poco a poco su propio
imperio. ¿Cuan importante fue no perder la visión de lo que querían construir?
-Gracias papá –
le dice de repente su hijo mayor y él lo mira extrañado, sin entender porque
agradece. Edward adivinando la pregunta silenciosa de su padre se adelanta –
por no aceptar ese puesto de trabajo en el buffet de abogados y por sobre todo
el no tranzar la familia, por un poco más de dinero – Edward se sonroja
mientras su padre lo mira asombrado – gracias por todas las horas que me diste,
por tú paciencia y sobre todo por tu presencia durante toda mi vida.
-Gracias hijo –
Ambos se miran y se abrazan llenos de emociones, dejando atrás esas
recriminaciones egoístas de un Edward adolescente. El mira a su hijo, que ya es un hombre y se siente
orgulloso, porque en algún momento pensó que no lo había hecho bien con Edward,
pero ahora sabe que no se equivoco.
La parrillada fue
un éxito, los niños jugaron felices, los adultos disfrutaron de la felicidad de
sus hermanos e hijos.
Emmett besa la
mano de Rosalie, siempre supo que era la mujer de su vida, con ese carácter,
con ese porte altanero la amo desde que la vio por primera vez, la adoro aun
más cuando juntos se hicieron activistas para salvar a los animales y de luna
de miel, fueron a pelear por las ballenas asesinadas… fue su diosa el día que
en el camarote improvisado que compartían en las gélidas aguas de la antártica
le dijo que estaba embarazada. Ahora anotando otro punto a su favor,
entregándole una caja con dos pares de zapatillas pequeñas y una ecografía, se
dio cuenta que la vida sería nada sin su osita…
…
Esme se desmaquillaba
en el baño, antes de meterse a la ducha y sacarse el olor a humo del pelo, por
más que evito estar cerca de la parrilla, no fue suficiente. Mirando su reflejo, nota el paso de los años
en su rostro, las famosas patas de gallo y una que otra arruguita en su ceño,
pero es feliz, jamás ha pensado en la cirugía y menos en ponerse bótox y quedar
sin expresión alguna, porque si tenia arrugas no eran de tristeza al contrario
eran de tantas veces que ha tenido que reír, tantas veces que a disfrutado de
la vida, de sus hijos y ahora de sus nietos… suspira, siempre quiso una familia
numerosa, muchos hijos y muchos nietos… y aunque la vida le dio solo tres
hijos, pero cada uno agrego a un compañero, dándole hijos políticos para ella y
así el eslabón del amor fue dejando su rastro, uniendo generaciones.
Comprobó el agua
de la ducha, y se metió en ella disfrutando de la calidez tanto del agua, como
de su corazón.
…
La luz
amenazadora del refrigerador acusa su visita nocturna, pero no pudo resistirse
las ganas de comer pudin de almendras. Saca la tapa del tupper ware y hunde la
cuchara saboreándose con anticipación, mira la cuchara rebosante de pudin y se
la lleva a la boca, suspira y cierra los ojos al sentir como se derrite en su
boca.
De pronto se
acuerda de Rebecca, lo feliz que se ponía cada vez que Bella comía pudin, la
extrañaba y lamentaba estar tan lejos, que ni siquiera le puede dejar una flor
personalmente. Se apoya en la isla de la cocina, y siente deslizar una lágrima
por sus mejillas. ¿Quién diría que ya con 34 semanas aun era presa de las
hormonas? Sonríe y se vuelve a reprender, toma otra cucharada y sigue
disfrutando, cuando la luz se enciende y es pillada con las manos en el pudin.
-¿Podrías
avisarme cuando desapareces a las 3 de la madrugada? – Bella mira a Edward con
su pelo desordenado, sin camiseta, estirándose dejando escapar un bostezo, tan
sensual que ya no tiene deseos de más pudin…
-Tenia un antojo…
- le responde con un puchero y cerrando el tupper ware se acerca a él y lo
abraza – no me retes… -Edward la observa, esta tan loco de amor y deseo por
ella.
-Lo siento
señora, usted será reprendida por su osadía – los ojos de Bella brillan
expectantes con el juego – camine en línea recta hasta la habitación donde
recibirá su castigo – obediente deja de abrazarlo y comienza a caminar hacia la
escalera, sintiendo el cosquilleo y la ansiedad apoderarse de ella, tiene el
impulso de mirar hacia atrás… - no se detenga o el castigo será mucho peor – da
un respingo y alcanza la escalera subiéndola sin dar muestras de la emoción que
la embarga.
Edward la ve
avanzar contorneando las caderas, ella puede estar muy embarazada, pero jamás
dejara de ser sensual para él, apaga la luz de la cocina sintiendo como ya su
miembro comienza a despertarse, se cobrara caro este atrevimiento, se acomoda
la erección y va detrás de su mujer antojadiza.
Apenas entra en
la habitación ve a Bella de pie al costado de la cama, expectante y deseosa… él
se acerca a ella, agachándose hasta sus labios pasa la lengua por ellos, sintiendo
el dulzor del pudin, Bella se empina levemente pero él se aleja.
-Aquí mando yo
señora – toma su trenza y la desliza entre sus dedos -¡Suéltese el pelo! – Ella
obediente se saca el elástico y con los dedos deshace la trenza, desafiándolo
con la mirada – así me gusta… obediente. – de pie frente a ella, Edward la
analiza sabiendo que lo desea tanto como él a ella. Se acerca a ella y tomando
el dobladillo de su camiseta lo saca suavemente por sobre sus hombros.
-¿Le gusta lo que
ve señor? – ella lo tienta, y al sentir sus manos sobre sus pechos se estremece.
-¡Silencio! – él
la gira y la insta a sentarse sobre la cama para después descansar su espalda
en la cama, pero con las piernas colgando – es usted muy insolente, además de
ser una escurridiza a media noche, no acata ordenes… - se empina sobre ella y
tomando las tiras de su tanga casi perdida en su vientre las rompe. Ella gime,
llevándose una mano a la boca, su respiración se vuelve errática de deseo.
Bella levanta la
cabeza, buscando a su torturador, pero no es mucho lo que puede ver, hasta que
siente sus rodillas alzarse bajo los hombros anchos y fuertes de Edward, con
esa tortura, jamás dejara de escabullirse a media noche…
…
Detrás de las
cortinas, Noah mira a Carlie colorear un cuento de las princesas, esta
concentrada tratando de no salirse de la línea. Él quiere mucho a su hermana,
tienen el mismo pelo, los mismos ojos, salvo su piel que es distinta, pero
igual la quiere…
De pronto Carlie
levanta la cabeza y sonríe burlona a Nick que aparece por la esquina, porque
aun no encuentra a su hermano, ella hace rato se aburrió de ese juego de
esconderse y mejor es pintar.
-¡Noah siempre
hace trampa! – Nick se deja caer en el
sillón con fuerza, es tan grande para su
edad, fortachón y travieso. El siempre piensa que será tan grande como su tío
Emmett, y a él también le gustan los animales, por eso en el patio de su casa,
donde guardan las mangueras del jardín él tiene una cajita con varios insectos,
les lleva ramitas y hojas para que coman, de todos esos insectos el prefiere
los caracoles, porque a las niñas le dan asco.
-¡No es tampa! –
Carlie vuelve a tomar su crayón y revisa su trabajo, sólo se paso un poquito,
después mira a Nick que estaba enfadado – ¿Si te ligo donde esta mi hedmano el
gana?
-No mejor lo sigo
buscando… - Carlie alza los hombros y
vuelve a su dibujo.
Nick dejo de
buscar a Noah hace más de diez minutos, finalmente se aburrió así que fue en
busca de Kate porque ya le sonaba su tripa.
-¿Eres como un
relojito? – le dijo Kate sonriendo a
Nick – Ya tenemos lista la leche y la merienda.
-¡Yupi! – Nick se
adelanta y se sube a la silla de la cocina, Carmen le acerca el plato con un
trozo de brownie.
Kate, deja a Hugo
en la silla de bebes y al pasar despeina a Nick, va en busca de sus niños regalones,
que a diferencia de Nick, nunca se acuerdan de que tienen que comer.
Va al living y ve
a Carlie entretenida coloreando, le toca el hombro y ella la mira.
-Es hora de la
merienda princesa – Carlie sonríe feliz y se pone de pie - ¿Sabes donde esta tu
hermano?
-Sip – levanta su
mano e indica las cortinas. Kate va en busca de Noah y lo encuentra ovillado
durmiendo – ahí nunca lo va a encontrar Nick – susurra Carlie junto a Kate y
esta sonríe, son niños tan adorables, y pensar que en el segundo piso recién
comienza el proceso para que otro hermoso niño amado y esperado venga al mundo.
-Respira…
retiene… bota… - Bella repetía en susurros las indicaciones de Alice –viene
otra – cerro los ojos, quedándose quieta esperando que el dolor que nacía en su
espalda la travesara hasta su pelvis, apretó el brazo de Edward mientras el
dolor arremete.
La puerta se abre
y es Esme, quien sonríe a Bella.
-Acabo de ver a
los niños y están merendando – Bella y Edward continúan con el paseo por el
dormitorio, mientras Alice anota la hora de la última contracción
-¿Cómo vamos? –
pregunta Esme, fijándose en la palidez de Edward por primera vez
-Progresando ya
pasamos a cada veinte y llevamos casi siete horas. Deberías acostarte un rato
Bella, debes descansar.
Esme levanta las
cobijas y acomoda los almohadones para que Bella se acueste.
-Quiero ducharme
primero… - Edward mira a su madre y hermana preocupado
-Mi amor, ¿será
bueno? – Bella se sienta en la cama y él se arrodilla entre sus piernas y
acaricia su panza con tanto cuidado como si fuera a quebrarse - ¿Cuánto tiempo
más te dolerá? – ella le sonríe a pesar de que esta sudada e incomoda
-Unas horas más
amor, debes ser fuerte, te necesito a mi lado - acaricia su mejilla y besa suavemente sus
labios.
-¡Esta lista la
ducha! – Grita Alice desde el baño – Edward, báñate con ella por seguridad.
Ambos asienten,
Edward ayuda a Bella para que se levante y la lleva al baño, con cuidado la
desviste, él en un segundo esta desnudo, y la alza suavemente para que entre en
la lluvia tibia.
Bella gime al
sentir el agua tibia recorrer su cuerpo, inmediatamente se siente más relajada
y se deja enjabonar por Edward. Esta enternecida, no puede imaginar alguien
mejor para ser el padre de sus hijos… tienen dos pero esta es la primera vez,
que hacen esto. Se gira entre sus brazos y lo besa suavemente.
-Te amo tanto mi
amor
-Amor, estoy
asustado – Edward se confiesa dejando que las lágrimas se confundan con el agua
tibia – como podemos hacer esto más llevadero para ti, no quiero verte sufrir.
-No sufriré
Edward, te aseguro que apenas nazca nuestro bebé y lo tengamos en brazos se nos
pasara todo.
-Eres tan
valiente – la ayudo a salir de la tina y la envolvió en el albornoz que Alice
había dejado para ella. Él se cubrió con una toalla la cintura y la ayudo a
salir. Esme y Alice en operación de ayuda, la vistieron y acostaron mientras
Edward se vestía en el walking closet.
Cuando salió
vestido sólo quedaba Esme en la habitación, sosteniendo la mano de Bella que
gemía aguantando la nueva contracción. Su madre le sonrió reconociendo el miedo
en sus verdes ojos.
-Tranquilo hijo,
controla las contracciones, en frecuencia. Cuando sean de cada diez, nos iremos
a la clínica, para que monitoreen el bebé – Se levanto y anotando en la libreta que
tenia Alice en la mano se la entrego – Aprovecha de descansar y si Bella puede
dormir que lo haga. Te mandare algo de comer, yo estaré con los niños un rato.
Su madre cerro la
puerta y el miro la libreta y el lápiz. ¿Cada diez minutos? Observo a Bella y
tenía los ojos cerrados, y el pelo envuelto en la toalla, lentamente comenzó a
deshacer el turbante y con suaves toques comenzó a secar su cabello.
Bella lo vio
levantarse perdiéndose en el baño, al cabo de unos minutos llego con su cepillo
y ella lo dejo cepillarle el pelo.
Ya sentía esa
tirantez en su vientre, señal de la contracción, ella no recordaba que el
proceso con Carlie fuera así.
-Edward, tómala
de la espalda y ayúdala a pujar – Edward obedeció paso sus fuertes brazos
debajo de la espalda de Bella, esperando la orden del doctor.-¡Ahora! Isabella
vamos, le veo el pelo… - Edward de la emoción se inclino para ver el pelo de su
bebe, soltando levemente a Bella - ¡Vamos con esta contracción saldrá la
cabeza! ¡Puja! – Otra vez con fuerza ayudo a su mujer y efectivamente la
cabecita de su hijo o hija salía, beso la frente de Bella aun ayudándola a
hacer presión, mientras el doctor maniobraba para que salieran los hombros.
-Es una niña –
exclamó el doctor en el momento que el aire se rompió con el fuerte llanto de
su hija.
De pronto el
mundo se detuvo, toda la magia del universo se condensaba en este momento, en
cámara lenta vio que el medico le ponía sobre el pecho de Bella su bebé, Edward
las miro a ambas, y estiro la mano para tocar a su hija, su pequeña Elizabeth.
-¿Quieres cortar
el cordón umbilical? - El mundo volvió a
su tiempo real con la pregunta del médico y tomando tembloroso las tijeras que
le extendían corto donde le indicaban. Las enfermeras tomaron a la niña y
comenzaron a limpiarla y estimularla.
Entre el
cansancio y las lágrimas de felicidad que nublaban su vista, Isabella, trataba
de no perder detalle de las reacciones de Edward, él miraba hacia su hija, pero
sin dejar de estar a su lado, y amo tanto ese gesto, así como tanto el rastro
de lágrimas emocionadas que surcaron su rostro que se lleno de amor y gratitud.
Recuerda sus
propias sensaciones cuando nació Carlie, en ese instante anhelo tener a Edward
viviendo con ella ese proceso y se sintió tan culpable, tan egoísta… ahora él estaba
a su lado, casi podía sentir su el latido de su corazón, ¿a que debo temerle?
Se pregunto.
-Acepto – él se
volvió y la miro, confundido aun por todo lo que sentía…
-¿Qué dices mi
amor? – Edward se acercó a su rostro y lo escruto con sus ardientes ojos
verdes. Ya no existen temores, ni traumas, nada que le impida unir su vida con
él, aun más de lo que ya está.
-Acepto casarme
contigo.
Dedicado
a mi hermosa Annie Sofía, eres mi vida.
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El
momento de los agradecimientos:
A
mi esposo, mi amado Raúl que robe parte de nuestro tiempo para navegar en las
olas de la imaginación, y él entendiendo mi sueño y mis anhelos siempre me
apoyo, te amo mi vida.
También
a mis inseparables amigas y compañeras de locuras, Rocío, Karina y Nathy, que
me han apoyado todo el tiempo y han sido mis editoras y críticas para que pueda
seguir creciendo.
Y
a todos los que me han comentado, por
esos más de 1.000 comentarios entre Fanfiction y el Blog, no puedo dejar de
agradecerles por su tiempo, su ánimo y sobretodo por el entusiasmo.
También
a ese lector anónimo que disfruta de igual manera capitulo a capitulo porque de
verdad nunca pensé tener tanto nivel de visitas en ambas páginas…
Tampoco
puedo dejar de agradecer a Stephanie Meyer, porque creo una hermosa historia,
que nos dejo a tantas y tantas como yo locas por esta pareja hermosa de Bella y
Edward, también por el hecho de que dejo espacios para que nuestra loca
imaginación pudiera llenar y por esa genialidad y simpleza le agradezco de
corazón.
Y
por último pero no menos importante a mi hermosa hija, que creció mientras su
mamá soñaba y daba vida a esta historia, porque también ella me dio de su
tiempo…
A
todos y a todas… ¡hasta la próxima locura!
Gracias
Totales
Axavenus