Capítulo 24 - Familia

Capítulo 24 –  Familia

EPOV

La amenaza de una tormenta de nieve nos dio la bienvenida una vez que el avión aterrizó en el aeropuerto, un clima tan distinto al cálido aire caribeño, las aguas turquesas y el esplendor del sol. En el estacionamiento subí las maletas al auto y nos fuimos a casa, estaba cansado por el viaje por lo que no preste atención a lo que Leah me comentaba de nuestra Luna de Miel.

La experiencia había sido variada, habíamos tenido noches de sexo y momentos en que ambos no nos tolerábamos. Ahora era uno de esos momentos, estaba saturado de Leah, de sus quejas y sus caprichos.

Salí de la ducha con una toalla anudada en la cintura secándome el pelo con la otra, en dirección al walking closet donde Leah botaba ropa al suelo.

-¿Qué estás haciendo? – Le pregunte sacando un bóxer desde la gaveta

-No me cruzan los pantalones… ¡Odio esto! – gritó tirando más ropa al suelo.

-Leah… tienes una tarjeta ilimitada, ¿Por qué haces tanto drama? – me di la vuelta sacando mi traje y camisa para vestirme en el dormitorio.

-Claro… - murmuro llena de rabia.

Las puertas del ascensor se abrieron y entre en el piso hacía mi oficina, Ángela estaba en su escritorio esperando a que llegara, se puso de pie al verme la salude con la cabeza y entre en mi oficina.

Mientras abría laptop descargando el correo electrónico, comencé a trabajar en los casos pendientes que había estado revisando en mi estancia en México.

A eso del medio día apareció Jasper sonriente, entrando en la oficina.

-¿Cómo estas Edward? – se sentó frente a mí en el escritorio

-Bien – respondí escueto firmando un contrato que Ángela dejo sobre el escritorio – hemos llegado anoche y sin ninguna novedad.

-Me alegro amigo de verdad – note su expresión de alivio.

-¿La familia como ha estado? – pregunte reclinándome en la silla

-Todos bien, Alice esta resplandeciente con el embarazo se ve preciosa. La semana pasada lo sintió moverse y está emocionada por eso, es un varón la ecografía lo confirmo.

-Me alegro, ustedes serán unos excelentes padres

-¿Leah ha estado bien con su embarazo?- asentí

-El miércoles tenemos control nuevamente. Hoy estaba de ataque porque no le cruzaban los pantalones – Me reí recordando su molestia en la mañana.

-Bueno Leah es distinta a Alice, ella esta tan feliz con cada cambio en su cuerpo que no siente ningún complejo.

El día miércoles estábamos en la consulta del ginecólogo de Leah, mi madre estaba esperándonos ahí cuando llegamos.

-¡Que alegría verlos! – mi madre se nos acercó afectuosa

-Madre, el gusto es mío – la abrace…

-Leah querida, ¡Se nota marcada tu pancita! – La cara que puso mi esposa fue de total desagrado.

-Sí, lamentablemente tuve que cambiar todo mi guarda ropa para poder ponerme algo que no sean enormes bombachas…

-Eso es normal querida, lo importante es que disfrutes tú embarazo.

-Claro eso es lo que más quiero – Respondió sarcástica, por lo que le apreté la mano, y ella me miro sin repeler su malestar.

La secretaria del doctor Humpfey nos hizo pasar a la consulta, entramos los tres y el doctor le indico a Leah que se cambiara para que pudiera revisarla y tomar la ecografía.

-Puedes ver la forma de su labio superior es normal, sus extremidades ya están formadas y el movimiento fetal es normal – nos comentó el doctor Humpfey – ahora mediremos los latidos de su corazón.

Me volví a la pantalla para ver su pequeño corazón bombear, la felicidad y un sentimiento de calidez me llenó por completo, puede que las cosas no estén resultando como las había planeado, pero nada me quitara a mi hijo que es lo único perfecto que he logrado desde que comencé con esto.

Estaba mirando la fotografía en 4D de mi hijo que Esme sostenía, mientras esperábamos a Leah que estuviera lista para irnos.

-Recuerda Edward, que deben venir a la cena de navidad, y quedarse para el otro día.

-Si lo se madre – mire hacia la puerta esperando que saliera Leah

-Te aviso, para que le comentes a Leah, quizás ella tenga otros planes.

-No, lo dudo… estaré como siempre ahí.

La semana se tornó muy pesada y aprovechaba todo el tiempo que tenía en estar en la oficina, ya que Leah estaba insoportable, así que salía temprano en la mañana y volvía ya entrada la noche, esta es una de esas noches, donde esperaba que ella estuviera dormida. Entre sigiloso al dormitorio, vi que estaba acostada ya durmiendo, así que me aliste para hacer lo mismo, cansado.

Cuando me metí entre las sabanas ella se giró durmiendo y su vientre rozo mi costado, despacio acerque mis manos para acariciar a mi hijo, cuando sentí el movimiento y un posterior golpe justo en mi palma, sonreí y seguí acariciando a mi hijo hasta que me dormí.

…

-Sr. Cullen, quisiera corroborar con usted el listado de personas para obsequiar esta navidad – comento Ángela, en la reunión del lunes en la mañana – tengo en la lista a sus padres, hermanos, cuñados, su sobrina, ¿desea usted incluir a su esposa o prefiere encargarse usted del presente?

-No- respondí sin ningún ánimo – encárgate de las compras como todos los años y elige para Leah alguna joya o algo así a tu gusto, también procura un regalo para mis empleados personales de mi casa, no los escuche en tu lista.

-Así lo hare, ¿alguna otra persona?

-Recuerda que mi hermana va a tener un bebé, así que incluye algún regalo adicional.

-¿Niña o niño?

-Es un niño… - cerré la carpeta que estaba leyendo y la mire – eso es todo. Aprovecha en las compras elegir algo a tu gusto.

-Gracias Sr. Cullen.

Me levante camino al bar, para servirme un vaso de agua voss, pase la mano por el cuello para relajarlo, me senté en el gran sillón negro apoyando los pies en la mesa.

Leah caminaba delante de mí con un delgado vestido blanco que contrastaba con su piel, al cabo de un rato la perdí de vista entre los turistas que se paseaban por los puestos de la feria artesanal, me gire para volver al hotel sin ella, no tenía tiempo para estar perdiéndolo buscándola, ella llegaría al hotel sola. Acomodándome los lentes de sol me percate de un juego de joyas de plata labradas de forma artesanal, con bellas piedras pulidas. Me acerque para ver el juego de unos hermosos aretes y una especie de peine con una libélula a combinación.

-¿Sr. Desea ver el acabado de las joyas?– pregunto el hombre moreno

-Sí por favor - me extendió el peine y pase el dedo por las piedras color turquesa y azul – quiero el peine y este par de aretes – El hombre sonrió y los coloco delicadamente en una caja labrada. Después de cancelar y volver al hotel guarde la caja en mi equipaje, imaginándome cuan hermoso se verían en ella.

Me levante, tomando el abrigo para ir a almorzar, al abrir la puerta Ángela ya no estaba en su escritorio, se debe haber ido  presumiblemente a comprar los regalos o tal vez a almorzar.

Eleazar abrió la puerta del coche cuando llegamos al restaurant, entre y el maître me llevo a la mesa de costumbre, esta vez comería un filete, mientras degustaba el merlot, los vi entrar, como si fuera un déjà vu pero cambiando al maldito que la acompañaba.

Esta vez ella sonreía y él la adoraba con la mirada, se sentaron uno frente al otro, el tomo su mano acariciando con su pulgar y yo apretaba la copa con fuerza. Llego mi plato y comencé a tratar de comer y enfocarme en cada bocado que me llevaba a la boca, de vez en cuando alzaba la copa para beber los veía, reírse y disfrutar su tiempo juntos.

Me levante y retire del restaurant sin mirarlos, porque me fastidiaba verlos tan felices, ver que él tiene lo que yo aún deseo y sobre todo que ya no puedo tener, no porque no quiera sino porque jodí de la peor manera la posibilidad.

Salí de la ducha después de estar más de una hora en la trotadora, me volví a vestir con la idea de encerrarme en el estudio antes de que llegara Leah con sus arrebatos hormonales.

-Por fin te encuentro Edward… ¿tienes algún problema con tu blackberry? – cerre el botón de mi camisa mirando a Leah que dejaba su cartera en el sitial junto a la cama.

-No

-Te llame varias veces e incluso a la oficina, pero esa inepta que tienes de secretaria me dijo que estabas ocupado y no atenderías a nadie… ¿acaso ella no sabe que soy tu esposa?

-Así fue, y lo de las llamadas simplemente estaba demasiado ocupado para contestarte – me voltee desde la puerta – el hecho que seas mi esposa, no te da ningun tipo de prioridad en mis asuntos – salí de ahí sin animo de su berrinche que vía llegar.

-¡Edward! – me apreté el puente de la nariz preparándome – no me dejes hablando sola… me enferma cada vez que haces esto – gire para encararla.

-¿Qué quieres Leah? – ella apretaba sus puños al costado de su cuerpo y el fulgor de su molestia resplandecía en su mirada - ¿me lo vas a decir o no? No quiero seguir perdiendo el tiempo.

-¿Cuándo me ibas a comentar que pasaríamos la navidad con tu familia?

-¿Eso era todo?... – me gire para entrar a mi despacho – ya lo sabes, así que prepara tus cosas porque pasaremos la noche allá.

-¿Seremos sólo la familia o estará “tu amiguita” igual? – me reí por su forma de incluirse

-Toda la familia estará reunida en la casa de mis padres.

-¿Has pensado en los regalos?

-Está todo listo… Ángela se encargó de ello.

…

Eleazar se encargó de cargar los regalos en el Camaro entre ellos la caja labrada para Bella, mientras esperaba a Leah, le entregue sus regalos a mis fieles empleados, deseándoles una buena navidad, ellos se irían temprano para pasar la fiesta con sus hijos.

Leah bajo de automóvil antes que yo en el estacionamiento y sin mirarme si quiera, entro por la puerta del servicio. Saque las bolsas y paquetes para llevarlos al gran árbol que Esme pone todos los años. Cuando entre en la sala, mi esposa ya estaba instalada en un sillón conversando con Esme que le acariciaba el vientre, deje los regalos y me acerque para saludar a mi madre.

-¿Carlisle donde esta? – pregunte sentándome al frente de ellas

-Fue a ayudar a Jasper para cargar los regalos, tú sabes…

-Alice – termine la frase por ella

-¿Acaso Bella no les puede ayudar? Más que mal ella vive con ellos, en algo debería aportar – dijo Leah mirándose las uñas perfectamente arregladas, mi madre me miro y yo negué con la cabeza para que no le diera importancia.

-Deberían estar prontos a llegar – comento mi madre mirando su reloj de pulsera.

Me quede ahí mirando el televisor mientras Esme charlaba con Leah quien hacía todo el esfuerzo por parecer interesada, ella le contaba como era yo de pequeño como haciéndole referencias de qué de alguna manera sería mi hijo al nacer, o buscando la forma en que Leah se mostrara más efusiva con el embarazo, cosa que yo veía difícil.  

¿Por qué creí que Leah sería una buena mujer para mi familia?, las veces que conversamos entre sexo y ocasionales cenas, ella parecía perfecta, amorosa, amigable, guapa. Su familia es numerosa y ella siempre hablo de sus padres y sus hermanas… ahora ella es indiferente a todo eso, indiferente a lo que yo quería que fuera. Pero no podía seguir lamentándome por algo que yo mismo construí.

Sentí unos brazos rodearme por los hombros y un beso en el cabello, por el aroma adivine que era Alice.

-Hola duende – dio la vuelta al sillón y pude ver su grande y hermoso vientre, me percate que ella se esforzaba para mostrar su embarazo, y Leah era todo lo contrario.

-Hola grinch – se sentó a mi lado riendo por los apodos que nos decíamos de pequeños. - ¿Cómo te va en la vida de casado?

-Normal – respondí sin  ánimos ni dándole más explicaciones

-Pensé que el matrimonio le cambiaría la cara a tu mujer – mire a Leah que estaba de pie mirando hacia afuera que comenzaba a nevar, estaba indiferente a la familia que entraba al living.

Me levante cuando vi a Jasper cargando varias bolsas y seguido de él venía Bella, sonriente cargando más bolsas, cuando me vio frunció el ceño pero se recompuso al instante.

-Los acomodan debajo del árbol por favor – les dijo Alice sonriente acariciando su prominente barriga.

-Como usted diga general… - dijo entre risas Bella, agachándose junto al árbol dejando ver sus hermosas piernas entre su vestido, que se acomodaba hermosamente a su cuerpo – ahora sí, puedo saludar.

-Hola Edward – me sonrió pero no se acercó, en cambio se giró para ir a saludar a Leah, vi como extendió la mano para tocar el vientre de mi esposa, pero esta se corrió me puse de pie para detener a Leah de su estupidez y me enfoque en Bella que estaba ligeramente sonrojada. Casi caigo al suelo cuando Emma se agarró de mi pierna de improviso riéndose. Al parecer nadie más se dio cuenta de lo que paso por lo que tome a Emma en mis brazos besando su mejilla sonrojada. Cuando me volví a enfocar Bella ya no estaba.

La cena estaba deliciosa mi madre siempre se luce en sus artes culinarios y de decoración, no me había percatado antes pero la casa estaba hermosa con su decoración navideña.

Compartimos bebiendo un exquisito vino, y disfrutando de las anécdotas de la familia, o más bien las anécdotas de Emmett y Alice, ya que de niño no me importaba perder el tiempo en cosas que no me interesaban así las historias en las cuales yo estaba involucrado era por ser víctima de mis hermanos. 
Sentí una gran envidia al ver al resto de la familia contentos y felices, las parejas se necesitaban, se adoraban con la mirada, ellos demostraban cuán importante eran el uno al otro… aun así no dejaban de un lado a Bella, ella sonreía y aportaba con su humor sarcástico a las anécdotas de la universidad que tenían con Alice, lo que han vivido juntas. De repente caí en cuenta que no estaba con Benjamín ¿Dónde estará? ¿Terminaron su relación?

-Voy a acostar a Emma – dijo Rosalie levantándose y tocando el hombro de Emmett que sostenía a la pequeña en brazos – Volvemos enseguida.

-¿Sabes que será tu bebe Leah? - pregunto Alice, tomando un sorbo de su ponche especial.

-No ha querido mostrarse – respondió sin mirar a mi hermana.

-Esperamos que en la próxima ecografía se muestre – comente para quitar el hielo de la respuesta de Leah

-Sería ideal así podemos organizar con mayor certeza el cuarto del bebé – comento mi madre sonriendo.

-Por favor, no hablemos de bebes, ni pañales… - casi suplico mi esposa – la verdad es que estoy cansada, ¿Cuál es mi cuarto?

-Yo te indico Leah – tome su brazo para que se levante – es mi antiguo cuarto – sentí las miradas de los que estaba en la mesa en mi espalda.

Subimos las escaleras hasta la planta superior donde estaba mi dormitorio, abrí la puerta encendiendo la luz.

-Leah, puedes controlar tu estupidez – le dije cerrando la puerta – deberías comportarte y responder de una manera más educada, recuerda que es mi familia – le recrimine apretando la mandíbula – La forma en que le respondes a mi madre no es la adecuada, y la manera en que te comportaste con Bella deja bastante que desear.

-No me importa la estúpida de Bella… era de esperar que estuvieras atento a lo que hace ¿Hasta cuándo le vas a tener ganas? ¿Es de las que se hacen la difícil?

-Leah, date un baño y por favor muérdete la lengua a ver si así te ahogas con el veneno que tienes.

-Por supuesto para ti es tan fácil todo… no entiendes que no soporto la cara de satisfacción de tu hermana, mostrándole al mundo lo feliz que es con su embarazo, o la forma en que Rosalie arruga la nariz, las imbecilidades de tu hermano y lo fingida que es tú madre al tratar de conversar conmigo… - Cerro los ojos y se llevó la mano a la frente, para después tocarse el vientre, por lo cual la tome de los brazos y la guie a la cama

-¿Te sientes mal? – ella no me respondió solo mordió su labio respirando profundo.

-Me dolió, pero está pasando… - toque su vientre que estaba rígido, hasta que se distendió un poco y sentí el movimiento de mi hijo, por lo cual respire aliviado.

-Debes recostarte – ella asintió y le quite los zapatos, mire alrededor para buscar su maleta, la abrí para sacar su camisola y entregársela - ¿deseas algo?

-Estoy bien… - le ayude a sacarse el vestido, mirando su vientre desnudo que se ve mucho más grande de lo que parece con la ropa que lo disimula.

Una vez acostada, entre en el baño para darme una ducha, sin demostrarlo me preocupe por mi hijo, pero esta mujer me saca de quicio ¿En que estaba pensando?

Salí del baño y Leah ya estaba dormida por lo que me puse el pijama y salí a buscar un trago en el bar de Carlisle, al bajar vi las luces de los dormitorios de mis hermanos encendidas. Sigiloso camine por el pasillo hasta el bar cuando escuche un débil llanto, mire por la puerta entre abierta del comedor y estaba Esme abrazando a Bella, por un momento pensé en entrar y ver qué pasaba pero las palabras cariñosas de Esme impidieron que me moviera.

-Bella… es normal mi niña que te sientas así, no puedes culparte por la decisión de otras personas – aguade sabiendo que no era correcto

-No lo entiendo, ¿Por qué me dejo? ¿Por qué es ahora que me duele? – ¿Está llorando porque termino con Benjamín? – Es tan difícil ahora sin mi padre, sin Jake… - lloro más fuerte Bella, quise poder reconfortarla, acariciar su cabello mientras ella se desahogaba – Tu eres madre Esme ¿Qué lleva a una mujer a dejar a su hijo? – me quede estático tratando de entender de que hablaba Bella y porque con tanto dolor.

-Hija – la voz contenida de mi madre dejaba ver cuánto le afectaba el dolor de Bella – no puedo imaginar que sería tan importante como para hacer eso, pero sé que te quiero como una hija, eres una hija para mí Bella… me duele verte así – en medio de la frase se quebró mi madre y ambas sollozaron – Eres una mujer maravillosa, que ha vivido muchas cosas, nunca te sientas sola… a pesar de lo que dice tu apellido eres una Cullen.

-Te quiero Esme – sollozo Bella – discúlpame pero la navidad siempre es una época triste para mí.

-Entiendo pequeña… ahora vamos, te llevare al cuarto de invitados – me apresure en esconderme detrás del pilar y las vi salir del comedor, mi madre rodeaba sus hombros – Esta es tu casa igual, que te quede claro Bella, tanto Carlisle y yo te sentimos parte de este hogar.

-Gracias Esme – abrazo a mi madre con tanta ternura, que ese sentimiento sobreprotector que tenía cuando ella estaba con Black se apodero de mí, quise cobijarla, reconfortarla y alejar todas esas tristezas de su hermosa existencia – Me siento afortunada a pesar que mi verdadera madre me abandono, la vida me llevo a ti y tú familia.

Me quede ahí apoyado en la columna pensando en lo que escuche, Bella mi dulce Bella sufría por el egoísmo de su madre…

Me desperté cuando sentí la ducha correr, mire al otro lado de la cama y estaba vació. Me senté mirando alrededor mi antiguo cuarto, aun existían colecciones de libros y por lo que vi las tiras cómicas que coleccionábamos con Jasper.

Leah tenía un mejor semblante después que salió de la ducha y por primera vez en muchos meses me sonrió mientras buscaba su ropa en su maleta, me metí al baño para que bajáramos a reunirnos con la familia.

-Oh Dios mío – exclamó Leah bajando la escalera me fije en la dirección que tomaba y ahí estaba Emmett con su pijama de muñeco de nieve, me reí por la expresión de Leah, debí haberle advertido.

-Hola, hasta que se levantan… - dijo mi hermano camino hacia el living, lo seguimos y efectivamente todos estaban ahí cada uno con sus pijamas con motivos navideños.

-Edward que eres aburrido – me apunto Alice, que llevaba un pijama de papá Noel

-Ya no discutan niños – Nos reprendió Carlisle – Tomen asiento y sus chocolates calientes para comenzar con los regalos. Alice nos haces el honor.

-Rose y Bella son mis ayudantes – Alice se levantó con ayuda de Jasper y se colocó el gorro, mire a Leah que estaba atónita con lo que veía. Bella se levantó de la alfombra y se acercó a los regalos pasándoselo a Alice, me fije en el pijama de ella, llevaba un pantalón blanco con bastones y una camiseta roja con diseño de dulces, en sus pies unas pantuflas de trineo, se veía adorable.

Comenzaron repartiendo la cantidad enorme de regalos esperando que cada uno abriera el suyo, la más emocionada era Emma, feliz por estar llena de juguetes, ropa y chucherías de niña.

-¡Este es para Leah de Bella! – Leah se tensó mirando el paquete que le extendía Rosalie así que lo tome acercándoselo lo abrió y resulto ser un CD del efecto Mozart para bebes, Leah lo miro pero no dijo nada. Yo mire a Bella agradecí con los labios en silencio y ella se sonrojo levemente - ¡Oso este es para ti! - Bella le entrego el paquete a Emmett con un sonoro beso en la mejilla.

-¡Este es para Bella de Edward! – Alice le extendió la caja labrada y ella la tomo

-Edward y Leah, no lo olvides Alice – Aclaro Leah mirando fijamente a la caja que Bella tenía en la mano, su expresión de relajo anterior había desaparecido.

-Ábrelo Bella – Dijo mi madre emocionada, yo estaba ansioso por ver si le gustaba, había sido el único regalo que compre personalmente. Ella levanto la tapa de la caja, dejando ver los aretes y el peine, los tomo con sus delicadas manos  pasando sus dedos por las bellas piedras.

-Gracias, es muy hermoso – me miro a mí y luego a Leah quien podría matarla con la mirada si pudiera – No tenían que molestarse

-No es nada Isabella, sólo unas chucherías que Edward vio en Playa del Carmen y las compro, nada ostentoso ni fino, así que no es ninguna molestia – Dijo Leah destilando veneno y mirándome a mi desafiante.

-Yo no creo que sean chucherías – dijo Alice tomando el peine y mirándolo detenidamente - el trabajo es artesanal pero muy delicado y la calidad de la plata es muy buena…

-No importa Alice – la interrumpió Bella mirando a Leah – lo importante es el gesto – se mordió el labio – Por cierto este es el regalo que te compramos con Alice, Leah – Le extendió un sobre y ella lo tomo con brusquedad. Estaba tan molesto por la actitud de Leah… ¿Por qué mierda se molesta tanto?

-¿Un día de Spa especial para embarazadas? ¿Sesión de fotos “mamá feliz? – comento Leah en un susurro mientras las chicas seguían entregando regalos al resto de la familia, quise levantarme para salir de ahí ya no estaba comodo ni disfrutando el intercambio, cuando me levante del sillón me apoye en el mismo pilar que anoche, Rose se acercó extendiéndome una caja aterciopelada.

-Dice de Edward para Leah ¿Quizás quieras entregárselo tú? – Tome la caja y volví donde Leah para entregarle algo que presumía era una joya, ella levanto la ceja al tomar la caja y al abrirla se asombró al ver una gargantilla con un diamante labrado. Se puso de pie, sacando la joya y tendiéndomela.

-Mi amor… es hermosa, se nota que dedicaste tiempo a buscar el regalo perfecto – note la ironía en sus palabras, tome la joya mientras ella se levantaba el pelo, la abroche – ella se giró con la idea de besarme pero me corrí volviéndome a apoyar en la columna, eso la enfureció pero prefirió disimular, cosa que yo no estaba haciendo, siguió la sesión de regalos y esta vez fue Bella la que me entrego un sobre negro.

-Este es para ti Edward, espero lo disfrutes – se dio la vuelta para volver a sentarse en la alfombra con Emma, a quien le brillaban los ojos de alegría.

Abrí el regalo encontrándome con unas entradas dobles para la Opera Capriccio Sinfónico de Puccini en el teatro metropolitano. Levante la vista buscando su mirada, la que nunca llego.

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¡¡¡Quiero saber que les ha parecido!!!

Estoy muy contenta con sus comentarios, alertas y favoritos….

Muchas gracias…. Me hacen muy feliz

Cariños

Axavenus